Por: Amarilis Cintrón López- Historiadora
La amistad es una relación afectiva que acerca y hasta convierte en familia a algunos pasajeros que se conoce en los trayectos del viaje de la vida. Coincidir con un ser humano que comparta los mismos valores sociales; con el que se pueda ser tal cual se es, sin temor al rechazo; con el que se pueda opinar distinto, sin lacerar el vínculo y que descifre los silencios o pueda entender las claves en la abundancia de palabras hace más placenteros los días y permite sentir livianas las cargas que se afrontan. La amistad consolidada con el paso de los años ha sido tema en diversas obras y es el hilo conductor en las reflexiones del reciente aterrizaje de Aeroplanos en Puerto Rico.
El teatro es ese espacio que permite contar historias que viven los humanos a través de los actores que le dan vida a esa representación de la vida misma. La pieza de teatro Aeroplanos, del dramaturgo argentino Carlos Gorostiza, es de esas obras escritas en un lenguaje simple que lleva al espectador por diversos matices de reflexión. Podría decirse que es una comedia, porque los parlamentos, sea en su versión original o en las adaptaciones realizadas en diversos escenarios del mundo, aseguran una buena dosis de risa. Sin embargo, la pieza también tiene su drama en la trama y cuando es ejecutada por grandes interpretes de las tablas como lo son Daniel Lugo y Carlos Esteban Fonseca, la representación se quedará viva en la memoria de la audiencia.
Para el actor realizar un excelente trabajo que conecte con el público, debe tener un buen libreto. La selección de la obra Aeroplanos, ya era ganancia para esa puesta en escena en que Carlos Esteban Fonseca y Daniel Lugo, dos amigos en la vida real, se encontrarían dando vida a Cristóbal y Carmelo, que a sus 78 otoños están viudos, y más que amigos, se han convertido en esa familia, a través de la hermandad consolidada tras el transcurrir del tiempo. Para Daniel Lugo, el personaje de Carmelo era contemporáneo a su edad biológica y Carlos Esteban logró proyectar la edad de Cristóbal al llevar sus cabellos platinados.
La adaptación de Aeroplanos a cargo del fenecido Frank Marrero y de Daniel Lugo con un vocabulario más puertorriqueñizado fue un gran acierto. Los que han leído la pieza de Gorostiza, identifican que la adaptación cambió el sonido del vals “El aeroplano” compuesto por Pedro Datta en 1913, por el bolero Piel Canela del puertorriqueño Félix Roberto Manuel Rodríguez Capó, conocido por Bobby Capó permitió conectar con el público en las escenas que el bolero cobra protagonismo. La dirección de Emineh de Lourdes y el trabajo del equipo técnico en la escenografía, utilería, sonido y luces complementaron el viaje que la casa productora En-pareja-2 realizó en la sala Felipe “La Voz” Rodríguez en el Centro de Bellas Artes de Caguas, el 23 y 24 de marzo de 2024.
En primera instancia, se podría decir que Aeroplanos es un viaje en honor a la amistad, que desde el presente se evoca el pasado y se plantea el futuro. La trama desarrollada en dos actos: uno en la mañana y otro en la visita de la tarde, de un día que redirige el timón de sus vidas para dar paso a nuevas vivencias en ese viaje de la tercera edad es mucho más que resaltar la importancia de contar con un buen amigo.
La historia presenta a dos hombres que llevan siete décadas ininterrumpidas de vivencias de amistad. Ambos viudos y con personalidades distintas. Carmelo está delicado de salud, recién operado, despreocupado de conocer los resultados de pruebas de laboratorio, de carácter un poco tosco, mujeriego en su juventud, exfutbolista, heredero del supermercado de su padre que en el presente pertenece a su hijo. Por su parte, Cristóbal está delicado del alma, empleado de correo jubilado, un hombre sentimental que visita a su amigo diariamente, en el que preocupándose por las vivencias que tiene su amigo Carmelo, distrae su mente de sus situaciones familiares y del abandono que viven los mayores en el ocaso de su vida. Entre la conversación que ambos desarrollan, se revelan las diversas preocupaciones, las inquietudes, los secretos y hasta los deseos por cumplir que han quedado latentes desde su época de juventud hasta la tercera edad que les permite dar otra mirada a la vida.
A través de las ocurrencias entre sus diálogos, logran que la audiencia se identifique con las representaciones que hacen de cómo en la amistad, lo que le sucede a un amigo es motivo de preocupación en el otro. A su vez, ejemplifica cómo cuando se llega a cierta edad o se viven determinadas circunstancias, hay personas que prefieren bloquear ciertos detalles para poder vivir a plenitud lo que les resta de vida, porque el único momento que importa es el presente sin la ansiedad por la incertidumbre del futuro. Ello se observa en cómo Cristóbal ansía conocer la realidad en la salud de su amigo Carmelo, a quién continuamente le pregunta y le insta a buscar los resultados de los exámenes médicos que prefiere posponer y cuando los busca, evita abrirlos y hasta para esquivar la realidad que no desea conocer, opta por quemarlos. La reflexión ante la muerte se hace presente y se mantiene en suspenso hasta la escena final que le da un giro interesante a cómo vivir la vida en la edad de oro cuando ya no quedan muchas hojas que pasar en el calendario.
Entre la obra se observa cómo Carmelo quiere vivir en el presente sin preocuparse demasiado por el futuro. En esa reflexión sobre el pasado ya vivido y el presente viviéndose, se hacen críticas a las diferencias generacionales en torno al idioma, a la música, al uso de las palabras y hasta de los gustos musicales. Aspecto que sigue muy vigente en la actualidad, en los debates que se forman entre las generaciones de los baby boomers, la generación X y los milenials por decir algunos que disfrutan unos géneros poco entendidos por los demás. También se hace una mirada retrospectiva a la libertad que viven nuevas generaciones respecto al conservadurismo del pasado, aunque algunas personas en el presente quieran regresar al medioevo.
La conversación entre los amigos saca a la luz los sueños latentes en el otoño de la vida, arrastrados desde las temporadas de abundantes primaveras. Esa plática entre Carmelo y Cristóbal les deja conocer a ambos esos secretos de cosas por realizar que aún les faltó de concretar como el viajar. Uno estuvo en el casi a punto de viajar a Europa y el otro, Cristóbal, lo más lejos que pudo viajar fue a Vieques, en el oriente del archipiélago borincano. En ocasiones, a través de los reportajes, las fotografías o los videos el ser humano se puede transportar a observar las maravillas de la naturaleza y de los lugares fascinantes que hay en el mundo. Tal como lo dice Cristóbal, que exploraba mucho otros espacios geográficos a través de lo que veía a la distancia de los lugares que deseaba visitar.
Una escena conmovedora se desarrolla cuando hablan de las Dolomitas, ubicadas en Italia. Igual que en el texto original, Cristóbal dice que más que verlas desea “sentarme a un lado allí, a mirarlas”. Conforme el diálogo avanza, resalta que uno puede leer sobre las Dolomitas y enterarse que son montañas, dónde están, cuanto miden, pero para uno “saber cómo son de verdad, uno tiene que ir allí personalmente, uno tiene que verlas” porque si no, uno sigue siendo el mismo ignorante. Frase que hace recordar que las palabras y las fotografías recogen un instante de las maravillas que se pueden explorar y vivir en nuestro planeta azul, pero nada compara a presenciarlas físicamente. Las limitaciones económicas impiden a algunos poder concretar sus sueños y aunque los libros permiten realizar ese viaje imaginario a otras épocas, a otros tiempos, a otros lugares fascinantes que sacan momentáneamente al ser humano de su propia realidad, hay ocasiones que los amigos son ese apoyo para convertir deseos en realidad.
Una parte que tocó los corazones de la audiencia radicó en ese dialogo entre Carmelo (Daniel Lugo) cuando lleva al público a repensar la planificación financiera en la vejez. Con un sentido del humor que provocaba risas, pero también introspección, dejó saber que, aunque heredó a su hijo, se aseguró de guardar dinero para vivir cómodamente, mientras que Cristóbal, verá su sueño cumplido de viajar el mundo gracias al desprendimiento y el auspicio de su amigo Carmelo.
Otro momento que causó el pensamiento profundo fue el cómo afrontaban la viudez. En sus variadas reflexiones de tiempos pasados, trajeron al presente los recuerdos de sus respectivas relaciones y el valor a la fidelidad en las relaciones conyugales. Ese debate entre un Carmelo que se sentía orgulloso de haber visitado varias capillas y un Cristóbal, al que solamente le bastaba con tener solamente una iglesia para ser feliz, para sorpresa, confesó haber visitado una capilla una única vez, con la que dio una mirada a la concepción del matrimonio.
Entre los matices de sus diálogos, se realizan confesiones que llevaban tiempo guardadas y que develarlas a siete décadas de hermandad, no iban a lacerar ni fragmentar la amistad. Prudencia le llaman algunos al acto de callar para evitar lastimar a las personas que no están preparadas para escuchar la verdad. Ambos amigos se tenían pequeños secretos con los que fueron sincerándose a lo largo del segundo acto que llevó a la audiencia a reír y a dejar escapar una que otra lágrima conforme las interpretaciones de Daniel Lugo y Carlos Esteban permitían al espectador adentrarse en los mensajes de los personajes llevados a las tablas.
Al finalizar la puesta en escena, Carlos Esteban Fonseca resaltó el agradecimiento de haber compartido escenario con su gran amigo Daniel Lugo, quién con esa función se despedía de las tablas puertorriqueñas. Aprovechó para invitar al público a compartir con el elenco en el espacio cultural que dirige junto a su esposa Sofía de la Cruz, en el Moneró Café & Teatro, en el tercer nivel del Centro de Bellas Artes. En el camerino del Centro de Bellas Artes de Caguas, el Hon. William E. Miranda Torres, alcalde de Caguas le entregó un reconocimiento a Daniel Lugo, uno de los hijos destacados en las artes de la ciudad criolla.
Aeroplanos fue una excelente apuesta al buen teatro producida por En-Pareja-2. Las actuaciones lograron transmitir las particularidades de cada personaje que, entre risa y risa, permitieron aflorar profundas reflexiones sobre la importancia de contar con un buen amigo para acompañarse en el viaje de la vida, el comprender lo que implica vivir la vida a plenitud y, sobre todo, el mantener el espíritu para cumplir los sueños sin importar las primaveras acumuladas.