Por: Amarilis Cintrón López – Historiadora
Andrés Jiménez posee una ingente trayectoria musical resaltando la cultura puertorriqueña. A través de su carrera profesional, El Jíbaro se ha convertido en uno de los artistas que mantiene muy vivo el folclore boricua durante todo el año. A lo largo del 2023, se le vio llenando las plazas públicas, participó en gran cantidad de festivales, fiestas patronales y en diversos escenarios en los que realizó presentaciones en los diversos municipios de la Isla y culminó con un magno concierto en la víspera de la despedida de año.
El pasado 30 de diciembre de 2023, la sala de festivales Antonio Paoli del Centro de Bellas Artes de Santurce, llena a capacidad, se convirtió en el espacio en el que Andrés Jiménez realizó su Inventario, repasando éxitos de su trayectoria musical. A las 8:15 de la noche, comenzó el inventario musical de 19 canciones, en las dos horas de duración de una gran noche, en la que El Jíbaro deleitó a la fanaticada que cantó y aplaudió cada uno de sus temas. El escenario en dos niveles tenía a El Jíbaro en primer plano sentado para la primera canción y a la agrupación que le acompañó en el segundo nivel, del que resaltaba el innovador marco digital que conectó el zócalo a las dos torres ubicadas a cada lado, complementando la pantalla central elevada en la que se recrearon visuales adaptados a cada una de las canciones.
El Inventario comenzó con una luz tenue, propiciando un ambiente íntimo en el que Andrés Jiménez sentado en una silla, en medio del escenario, interpretó Por amor, acompañado de guitarra y cuatro. La pantalla central tenía la silueta del sombrero que le distingue y posteriormente, se intercaló la imagen por las letras de su nombre Andrés Jiménez, El Jíbaro. Le siguió el tema Inventario, que le dio titulo al concierto y para el cual utilizaron como elemento visual el juego de luces en anaranjado que resaltaba una fotografía cantando en la pantalla central, junto al despliegue del llamativo inventario de las carátulas de los discos grabados por El Jíbaro, que iban rotando como parte de la decoración del zócalo del segundo nivel de la tarima y las dos siluetas de guitarras ubicadas en las torres.
Al terminar el tema, El Jíbaro se dirigió al público “tenemos un país, tenemos una nación y tenemos un pueblo inteligente, que trabaja duro y que, por más de un siglo, ha luchado para preservar su identidad”, mensaje que fue interrumpido por los aplausos de la gente que se hicieron más fuertes cuando pronunció “no nos han podido quitar nuestro idioma, no nos han podido quitar nuestra música, mientras una voz entre el publico pronunció en voz alta un “tampoco”. Añadió, podemos decir, que el jíbaro hizo una de las tareas más duras o los jíbaros de esta tierra o los puertorriqueños hemos dado una batalla fundamental en esta América Hispana nuestra que fue sellado con la frase “Jíbaro sí”, que una dama del publico exclamó.
Al público advenir en conocimiento, a través de los acordes que sonaban, que el siguiente tema sería “Mi ruta” hubo un fuerte aplauso que siguió acompañándole al iniciar su cantar. Dos siluetas con la figura del jíbaro desplegadas en los laterales complementaban la escenografía. El sentimiento con el que Andrés Jiménez interpreta sus letras y la vitalidad de su voz fue uno de los distintivos de su concierto, junto a esas anécdotas introductorias a cada tema. Para la hermosa composición Madre solo hay una, el público coreó la letra inspirada en la vida de su madre, Doña Felícita Hernández, la que quince amores (hijos) tuvo y de la que Andrés Jiménez, su cuarto hijo, a temprana edad recibió la influencia musical que le ha destacado en una prolífica carrera profesional honrando sus raíces. La floreada decoración de la pantalla digital fue acertada para acompañar el tema que recibió infinitos aplausos del público.
En “Orgulloso vivo” se desplegó en la pantalla del escenario la monoestrellada que sirve de enseña para los puertorriqueños, que el orocoveño exalta los valores y la cultura desde los inicios de una trayectoria de 53 años ininterrumpidos en el pentagrama musical boricua. Para Mi barrio, se integraron el trío de coristas Amor de Jesús, Yanille Marrero y Eddie Lebrón, tema en el que resaltó el sonido del cuatro de José Eduardo Santana.
La sala de Bellas Artes ha sido protagonista de múltiples historias de su carrera musical y allí mismo El Jíbaro relató que compartió escenario con el fenecido Facundo Cabral, para dar paso a “América Canta” que se acompañó de un mapa de América Latina en el que se destacaban las distintas banderas de los países integrantes de la Hispanoamérica que nos hermana. En “Barlovento” las luces rojas, posteriormente, combinadas con azul, le dieron drama al tema que, al incorporarse la agrupación, se transformó el juego de luces en verdes y azules. Los arreglos de los coros incorporados le otorgaron diversos matices al tema, que terminó igual a como comenzó, con un solo magnífico solo de Andrés Jiménez.
El trovador orocoveño relató que en el año 1969 comenzó la universidad y eso le cambio su mentalidad por lo que estaba pasando en Puerto Rico. El Jíbaro empezó un proceso de utilizar la música para historiar lo que acontecía en ese ritmo musical heredado desde su infancia. El asesinato de la joven arecibeña Antonia Martínez Lagares el 4 de marzo de 1970 por parte de un agente de la policía de Puerto Rico fue uno de esos eventos que marcó a una generación de puertorriqueños que vivió la opresión del estado en la huelga universitaria y cuyo asesino sigue impune, pero entre el pueblo se inmortalizó su recuerdo. El aguinaldo Antonia Martínez recoge la historia del asesinato de la arecibeña que estudiaba en la Facultad de Educación, cuyo asesinato se convirtió en un símbolo del movimiento estudiantil de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras, que la producción de Inventario supo utilizar la imagen de la torre universitaria para resaltar el contexto histórico de lo que significa la canción para el pueblo puertorriqueño y para los estudiantes del recinto ríopedrense.
La universidad y lo que allí se elucubraba forma parte del cancionero de Andrés Jiménez, así como la pobreza, la ciudad, el trauma existencial del campesino que emigró de los campos a los arrabales de la ciudad como se recogen en el tema “Canción del Campesino”. La decoración en blanco y tonalidades de verde entre los relieves de la montaña y el río fluyendo por dónde va el campesino que lleva “el verde por dentro y por fuera tu destino”, en donde “la ciudad de mil colores no te logra despertar” es un profundo tema que recoge el acontecer del campesino. El trío de coristas se reincorporó para acompañarlo en el tema “Cuando yo regrese”, que tuvo un interesante juego de luces en verde y violeta contrastando con la arena del desierto.
Luego de darse un trago de té de jengibre, El Jíbaro relató cómo “para los años ochenta, ya estaba la lucha ambiental” que, en el centro de la Isla, se encabezó por la organización Casa Pueblo en el pueblo de Adjuntas contra la explotación minera de cobre. Andrés Jiménez, siguió relatando que escribió una canción en una época en la que al hablar de todo lo que está pasando en el mundo y de la destrucción de la casa (medioambiente/patria) se le tildaba de loco. Tal cómo dice la Canción del loco, a aquel que dice la verdad se le critica por defender el ambiente. Tristemente, han pasado 43 años los ochenta hasta la actualidad y los elementos del tema siguen vigentes a causa de los inescrupulosos que destruyen la flora y la fauna poniendo en peligro la existencia de la raza humana. La armonía de la agrupación tuvo una parte especial en medio del tema. Un solo de guitarra de su hijo Omar Andrés Jiménez Negrón, otro solo de percusión, conga y del cuatro con el raspado del güiro tuvieron su protagonismo en el escenario que la audiencia disfrutó la virtuosidad de los instrumentistas y de las potentes voces en el coro que acompañaron a El Jíbaro.
Uno de los aciertos de los espectáculos de Andrés Jiménez, además del público poder disfrutar de su vitalidad y su fuerza interpretativa en el escenario, es su interacción con la gente. El Jíbaro dio a conocer su pensar como preámbulo a las historias que compuso y que el público las ha convertido en sus favoritas. Así, en el siguiente intercambio de palabras resaltó que “cuando uno empieza a preguntarse sobre las cosas que se aprendieron de pequeño o de lo aprendido en la escuela, en el hogar, cuando uno empieza a cambiar, a mirar al mundo desde otra perspectiva, uno tiene que empezar a tener conciencia de lo que está pasando y entender” esa frase que ha popularizado Despierta boricua.
El trovador destacó que “la vida es un camino que uno anda…, a veces hay decepciones y peligros que hay que mirar” antes de cantar Los peligros del camino, al que le siguió el tema En un bello amanecer. Narró que Como lo hacíamos antes, fue un tema escrito poco antes del paso del huracán María y que coincidió con esas vivencias que experimentaron las generaciones actuales que tuvieron que recurrir a realizar las cosas de la manera que se hacían en antaño cuando en Puerto Rico colapsaron los servicios esenciales. Sube, sube, sube es el resultado de ese contacto que tuvo durante su época en la UPR-RP con los ritmos de la costa como lo fueron la plena y la bomba, al que le siguió Plena con le lo lai. El falso final le correspondió a La estrella sola que el público cantó, bailó y aplaudió de pie. Al culminar el tema que encendió a la audiencia, El Jíbaro salió del escenario, bajó el telón, pero el público se quedó pidiendo la ñapa que llegó al ritmo de Sabrosa Navidad que los allí presentes, totalmente de pie, cantaron y se disfrutaron cada segundo de la interpretación. Luego de presentar a los músicos que le acompañaron en el concierto Inventario producido por Michelle Negrón de Producciones Cuarto Menguante y dar los agradecimientos a los auspiciadores y al excelente equipo de trabajo compuesto por Pedro Pablo Peña en el diseño de luces que junto a las gráficas utilizadas en la pantalla digital dinámica creadas por Yediel Negrón y el sonido bien armonizado de Danny Ortiz que complementaron el trabajo de José Eduardo Santana (cuatro), Omar Andrés Jiménez Negrón (guitarra), José “Junior” Alvarado (bajo) Moisés “Moncho” Ramos (conga), Richard Ríos (bongo y percusión), Neftalí Ortiz (güiro) y los coristas Amor de Jesús, Yanille Marrero y Eddie Lebrón, ofrecieron la última interpretación con la que se despidieron de su gente.
El cierre del concierto Inventario y de sus exitosas presentaciones en 2023 le correspondió al emblemático tema A mí me gusta mi pueblo, que se ha convertido en un himno que al pueblo le gusta escuchar en voz de su cantautor Andrés Jiménez. Tras dos horas de presentación, el público le reciprocó en aplausos el cariño y la admiración que le tienen en lo que fue una magnífica noche disfrutando la música autóctona que representa la identidad y la cultura boricua.