Magistral la interpretación de Teófilo Torres en «Papo Impala está quitao»

Foto de Carlos Brignoni

Por: Amarilis Cintrón López-Historiadora

El exitoso monólogo Papo Impala está quitao regresó al Centro de Bellas Artes de Santurce en una presentación en la sala René Marqués el domingo, 20 de agosto de 2023. La producción de la Corporación del Centro de Bellas Artes Luis A. Ferré apostó a ofrecer un espectáculo de comedia teatral de altura y cada uno de los asistentes ganó el poder disfrutar de Papo Impala, un personaje pintoresco, amante de la salsa y ex-drogadicto que el veterano actor y profesor Teófilo Torres le da vida de manera extraordinaria. Cada una de las frases, sus gestos, las expresiones corporales, esa mezcla del vocabulario pueblerino con el que Papo Impala narra al espectador sus peripecias para quitarse de las drogas e incorpora el relatar las historias de obras clásicas que forman parte de la literatura universal, amenamente conectados a conceptos contemporáneos, fueron parte de las genialidades que ofreció el monólogo.

El actor Teófilo Torres da vida a Papo Impala, un salsero y ex adicto que utiliza el vocabulario pueblerino para conectar al público con obras de la literatura clásica de manera entretenida y jocosa.

(Foto cortesía de Carlos Brignoni)

La obra es un viaje que conecta lo clásico con lo contemporáneo en una adaptación al teatro de Teófilo Torres, basada en la pieza del escritor puertorriqueño Juan Antonio Ramos, autor de Papo Impala está quitao.  El exitoso monólogo cumplió su aniversario de rubí de presentaciones en diversos escenarios a nivel nacional e internacional.  Tras cuarenta años de la publicación de la obra y de la primera puesta en escena en 1983, múltiples representaciones durante las cuatro décadas, tuvo un exitoso inicio de celebración de sus cuatro décadas en 2023 con varias presentaciones en la sala experimental Carlos Marichal y regresó el pasado domingo en una extraordinaria función en la sala René Marqués, que el público disfrutó de principio a fin.    

La pieza tiene grandes aciertos en la manera cómo se personifica y cómo se presentan esas grandes obras de la literatura, muy a la manera de un juglar.  En el medioevo, los juglares eran los que entretenían las cortes recitando canciones, poemas o contando cuentos o leyendas, que Juan Antonio Ramos como escritor desarrolló en el texto y Teófilo Torres como actor y dramaturgo, extrapoló a la perfección en su adaptación al teatro.  El manejo del lenguaje y la inclusión de situaciones contemporáneas de manera entretenida y jocosa provocan risas durante toda la puesta en escena, así como logra incitar reflexiones sobre la sociedad actual.

Cuando a las 4:14 de la tarde se escuchó “Mírame de frente” de Ray Barreto, mientras Papo Impala salía vestido con una camisa colorida abierta hasta el pecho, dejando al descubierto la cadena en su cuello, un pantalón color terracota, zapatos tipo Oxford de dos tonos y una boina el público comenzó un viaje a la risa y la buena comedia que tuvo hora y media de duración.  Una buena obra se caracteriza por un buen libreto y una buena personificación como protagonistas de la pieza, en la que una utilería sencilla bastó para la realización de la pieza.  La adaptación al teatro de la obra literaria se presentó en cinco actos, sin receso y marcados por un breve cambio de luz, en combinación a la aparición de la música al ritmo de la salsa.  Con su más reciente presentación, revalidó su versatilidad como actor que interpreta personajes con propósito en el género de la comedia.

Para la presentación de Papo Impala está quitao, Teófilo Torres utilizó una silla, una lata simulando una cerveza, una toalla de mano y un juego de luces que enfocaba el cuadrado en el centro del escenario donde se llevarían a cabo los movimientos del monólogo.  (Foto de Carlos Brignoni)

Si algo ha demostrado Teófilo Torres es su dominio escénico para cautivar al público que va riendo y reflexionando con los personajes a los que le da vida en su carrera como actor profesional. Papo Impala es una de esas interpretaciones que se disfrutan desde el primer segundo que sale a escena y, a la misma vez, quienes conocen las obras clásicas de la literatura mundial, pueden disfrutar la manera cómo se relatan la vida de los personajes.  La gracia con la que Teófilo Torres interpreta a Papo Impala permite que los que no conozcan alguna de las obras literarias se interesen en adentrarse al fascinante mundo de la lectura para comprender el origen de la narración que realiza de una manera cautivante y jocosa, cambiando nombres, integrando palabras de la jerga contemporánea y actualizando escenas con los relatos de las piezas clásicas de la literatura.  Contando las historias que le contó su amigo Nando, hace un juego de palabras buenísimo que, sumado a los ademanes utilizados para darle énfasis a resaltar las frases integradas en los parlamentos, logra cautivar en su totalidad a la audiencia. 

El actor y dramaturgo Teófilo Torres celebró los 40 años de realizar la adaptación al teatro del texto Papo Impala está quitao de la autoría de Juan Antonio Ramos, publicado en 1983.

En una era que la buena comedia está en decadencia, pues hacer reír sin caer en la chabacanería y provocar pensar sobre el tema que se cuenta de manera entretenida, no es tarea sencilla, con Papo Impala está quitao se logran ejecutar ambas con excelencia.  La puesta en escena conecta con la gente que, en algún momento de la vida, ha tenido conocido algún Papo Impala de la vida real que entran en contacto con información importante por los relatos que le narran otros y que también conoce gente que de sus tragedias de vida hace pura comedia, por la forma de narrar lo que les acontece. En la sociedad, existen personas que se ahogan en un vaso sin agua y están los Papo Impala, que a lo que les pasa, le dan su toque de humor al momento de compartir sus vivencias.

El monólogo comienza destacando las vicisitudes que pasa un ex adicto y demuestra vistiendo camisa de manga corta que “está quitao” del mundo de las drogas.  De esos primeros parlamentos en el primer acto, resalta la expresión de los espacios carcelarios a donde el Estado mantiene cautivos a los drogadictos, mientras los que se las venden, en ocasiones disfrutan de espacios recreacionales con los que comparten la misma vista geográfica, pero desde escenarios arquitectónicos diferentes.  La escena que provoca el pensar en cómo el sistema enfoca sus esfuerzos en ajusticiar a los adictos que tienen complejo el proceso de rehabilitación, pero no dirigen su atención en las verdaderas manzanas podridas de la sociedad que son los traficantes de cuello blanco que tienen a los adictos y vendedores (tiradores) como marionetas para hacerle crecer sus bolsillos. 

El segundo acto deja un poco de lado las situaciones del drogadicto para que el público quede inmerso en el mundo de la literatura, según la particular manera de Papo Impala narrar las historias que aprendió de su amigo Nando, sobre quién relató, era un ávido lector.  A través de la figura de Nando, también se hace una crítica a los estragos que ocasiona la guerra en los soldados que terminan afectados mentalmente y con adicciones a medicamentos, a causa de los traumas que experimentan.  De Juan del Salto, personaje de La charca de Manuel Zeno Gandía, Papo Impala resalta cómo su amigo Nando le contó que se la pasaba rompiéndose el casco con los problemas de los boricuas porque según decía, “los boricuas son unos perezosos, unos borrachones, unos vagos, unos asesinos, unos tecatos” y así era como opinaba el «abogado defensor» de los boricuas que cualquier similitud con algunos personajes de la rama ejecutiva y legislativa que opinan similar de los empleados públicos y de los constituyentes cuando se escriben en privado o cuando hacen expresiones públicas es pura coincidencia.

Segundos después, de pronunciar las expresiones del abogado defensor de los boricuas, la siguiente escena le mereció fuertes aplausos cuando resaltó “esta historia, según me dijo el hombre [Nando], nosotros somos descendientes de to’a esa gente», aludiendo a los personajes de La charca, que se mantienen sobreviviendo en esa misma charca llena de podredumbre de espíritu que les consume.  Continua su expresión con énfasis: «Descendientes; ¿hasta dónde vamos a descender?”, mientras hacía un gesto con brazo derecho indicando el descenso social al que ha caído el puertorriqueño que provocó risas y aplausos que continuaban escuchándose en los dos niveles de la sala René Marqués del Centro de Bellas Artes de Santurce por la crítica social que hizo a través del personaje.  

Hay que reconocer que el recurso de integrar obras clásicas de la literatura dentro de una nueva obra de la literatura para divulgar esos clásicos de una forma que cautiva al lector o al espectador del teatro es un gran acierto de Papo Impala está quitao. Los textos que se presentan de manera muy amena a través de las historias que cuenta de su amigo Nando, quién se aprendió de memoria obras como La charca de Manuel Zeno Gandía, La celestina de Fernando Rojas, con un magistral narración de La metamorfosis de Franz Kafka y el cierre con pinceladas de Pedro Páramo de Juan Rulfo y de Cien años de soledad de Gabriel García Márquez a través de las cuales trabaja las problemáticas de la sociedad, los valores, la moral, la injusticia de la justicia y las circunstancias que viven los seres humanos, que siguen vigentes con el paso del tiempo. Esa última representación de La metamorfosis cautivó por la manera cómo envolvió a la audiencia y cómo trabaja la moraleja de la historia de Gregorio Samsa, cuya metamorfosis en insecto se pudo apreciar con los gestos, posturas y movimientos corporales. Un aspecto genial del cierre de ese último acto recayó en la moraleja del personaje en cómo Papo Impala destaca para qué Franz Kafka escribió la novela La metamorfosis si no es para que el lector abra los ojos que le mereció otra ola de aplausos y «allá los que quieran estudiar para caculos» y mantenerse en relaciones tóxicas con la familia como las vividas por Gregorio.

Teófilo Torres logró cautivar a la audiencia que disfrutó entre carcajadas y aplausos cada minuto de su estupenda interpretación de Papo Impala está quitao.

(Foto cortesía de Carlos Brignoni)

Tanto el monólogo del personaje de Papo Impala como el de Pateco interpretados por Teófilo Torres son una excelente muestra que deberían tener de referencia los libretistas actuales, sobre todo, los que están en los medios de televisión, para que observen y emulen cómo se puede hacer sátira y comedia inteligente, con parlamentos con propósito de entretener y educar o provocar reflexionar en la sociedad actual y hasta incitar al espectador a dar una mirada profunda al propio interior para procurar ser cada día mejor individuo.  Un buen escritor de comedias y un buen actor debe saber cómo hace reír, sin caer en lo chabacano y lo vulgar; la dupla de Juan Antonio Ramos y Teófilo Torres conocen la fórmula a la perfección. Esperemos que Papo Impala está quitao, no se quite de seguir presentándose en diversos escenarios.  Esa pieza de la literatura puertorriqueña, adaptada al formato de teatro unipersonal, que se estrenó en la Sala Experimental Carlos Marichal hace cuatro décadas atrás, que tuvo su más reciente puesta en la sala René Marqués, debe seguir recorriendo nuevos espacios y conectando con nuevas audiencias como lo ha venido haciendo por cuarenta años.