Por Amarilis Cintrón López-Historiadora
En el teatro ocurre pura magia. Hay piezas de la literatura que encantan al lector que se sumerge entre sus letras. Resulta indescriptible la experiencia sensorial que provoca cuando el libreto y la interpretación de los personajes conectan con la audiencia. Precisamente, pura magia fue lo que ocurrió en el estreno de El principito, el musical en el teatro de la Escuela de Bellas Artes Leopoldo Sanabria Cruz de Guayama, el pasado 12 de abril de 2023. Los estudiantes que asistieron al estreno del musical experimentaron todo lo que evoca el teatro. Hubo risas, aplausos, sonidos de sorpresa, de nostalgia y hasta una que otra lágrima se hizo presente.
El principito de Antoine de Saint-Exupéry recién cumplió sus 80 años de publicada, un 6 de abril de 1943. La adaptación al teatro musical para funciones escolares por la compañía Komicar fue un excelente homenaje para honrar una obra de la literatura con vigencia atemporal. Antoine de Saint-Exupéry dedicó su libro escrito para niños, al niño que fue su mejor amigo León Werth, logrando así llevar grandes lecciones de vida en una narrativa entendida por todos y el musical logró el efecto de mantener ante los ojos del espectador esa misma esencia.
Un avión tipo “Dragonfly”, de color rosado estaba a la izquierda del escenario, junto a la imagen de la luna llena y un tronco de árbol que le servía de asiento a El aviador en las intervenciones que tuvo El principito en su viaje a otros planetas. La adaptación inició con una atinada grabación proyectando, en blanco y negro, los recuerdos de infancia de El Aviador junto a sus padres mostrándole el dibujo de la serpiente boa tragándose el elefante; escena que utilizaron para narrar la experiencia de niño que lo alejó de su carrera como pintor para convertirse en aviador. El personaje de El aviador fue interpretado por el destacado actor, cantante y músico puertorriqueño Luis Enrique Romero-Marrero, quién desde el instante que inició el visual, logró captar la atención de los alumnos al escucharse su voz narrando la historia de El Aviador.
La reconocida escena del dibujo que los adultos ven como un sombrero, adelantó la primera lección: “nunca dejar de soñar” y escoger una profesión que les traiga felicidad. En la imagen en movimiento se presenta la reflexión de cómo hay seres humanos que al crecer se convierten en muy lógicos y razonables, pero dejan de lado hacer lo que les da felicidad en referencia a la selección de la carrera a ejercer. Esa escena, aborda el tema de la soledad y el vacío que viven algunos seres humanos cuando no poseen una persona que le entienda y así poder conectar.
Acto seguido, a causa de un desperfecto mecánico en su avioneta sobrevolando el Sahara, El aviador aparece tirado en medio del escenario mientras se escuchan las risas inconfundibles de El principito. En ese primer encuentro entre ambos, destacan los momentos cuando El principito reconoce en el dibujo a la serpiente boa tragándose un elefante que los adultos veían como un sombrero y le pide a El aviador que le dibuje un cordero. Cabe resaltar que Damián J. Ceballos Rivera, un niño de ocho años, demostró tener el talento y el carisma para realizar con gran dominio escénico el personaje de El principito, quién comparte con El aviador el rol protagónico de tan exquisita pieza de teatro musical. Ambos personajes, se integraron de tal forma que traspasaron la química de amigos exigida en el guion para transmitir a la audiencia una relación similar a la de un abuelo amoroso interactuando con su nieto.
Durante toda la hora y once minutos de duración, resultaron llamativos el vestuario y las caracterizaciones de cada uno de los personajes que tenían un profundo mensaje. La primera entrada de otros personajes recayó en La flor, justo en el momento en que El principito le cuenta a El Aviador la historia sobre su rosa, inicia la hermosa canción que relata la relación entre ambos. La flor, a la que describen como arrogante por no saber valorar el amor que le ofrecía su principito, fue exquisitamente interpretado por Melanie Marantes, quien, se acompañó de varias bailarinas. Esa relación con la rosa quedó hilvanada con el abandono a las personas que se quieren cuando su conducta es intolerable; escena en la que resalta la frase de El principito dirigiéndose a la que consideraba su hermosa flor “Ya sé porque tienes espinas, porque sólo sabes herir.” Unos parlamentos muy conmovedores prosiguieron la reflexión de El principito que se percató que no supo comprender a su flor y El Aviador le expresó el poder de pedir perdón y si su flor era todo para el pequeño príncipe debía proceder a dar ese paso.
Del tema del abandono, llegó el viaje de El principito al planeta 387, el planeta de los impuros y de los olvidados, en que El Borracho personificado muy jocosamente por el profesor, cantante y actor Pablo Alexis Santos, ofreció otra de las grandes moralejas del musical al proyectar cómo los seres humanos se aferran a los vicios para olvidar y en esa vergüenza de ver en la persona que se convirtieron, se pierden a sí mismos. Luego de El borracho llevar a la audiencia de las risas a la nostalgia, continuó la obra con el viaje al planeta 394, donde cabían un farol y El farolero interpretado por George I. Santiago, quién vivía aferrado a cumplir con su deber de apagar y prender el farol. El principito, le cuestiona a El farolero su afán para realizar su trabajo si nadie lo ve, recibiendo como respuesta el cumplir con el deber, aunque nadie lo vea.
Las siguientes escenas trabajan varios conceptos importantes en la vida de todo individuo, que son pertenecientes a la disciplina de las Humanidades. El aviador y El principito dialogan sobre las convicciones y las ambiciones, para dar paso a la aparición en escena de El Hombre de negocios, también personificado por Pablo Alexis Santos, cuyo personaje vive obsesionado contando sus posesiones. Ante las insistentes preguntas de El principito, es incapaz de contestar qué es lo que posee y cuál es su propósito. A El hombre de negocios solamente le importa la riqueza y el poder que le dan felicidad, a través de los lujos y el placer, no le importan la flora ni la fauna porque no le hacen crecer su cuenta bancaria. El Principito indagó en conocer la utilidad de sus posesiones y ofrece la reflexión de cómo el ser humano no tiene tiempo para las cosas que sí posee, pero se obsesiona con las que aspira a tener o las que no puede poseer.
La escena que ubica a El principito con El Rey, interpretado por Jorge Armando Rivera Ortiz, permitió elaborar varios conceptos estudiados en las humanidades como: la monarquía, las funciones y posesiones del rey, el término súbdito y el cuestionamiento al poder absoluto de los reyes. Continúa el dialogo entre El Aviador y El principito en referencia a las personas ambiciosas, cuya moraleja deja entrever que ser ambicioso no es malo en la medida que las personas no se pierdan a sí mismos. El encuentro con El geógrafo, interpretado por Jomar Josué Pérez Adorno, abordó varios conceptos tales como: la función del geógrafo, del explorador y los planetas que también fueron abordados en los contrastes con los ejemplos utilizados para explicar lo efímero y lo duradero. La amistad entre El aviador y El principito y su amor por la rosa conectan la escena con la zorra, interpretada por Melanie Marantes, en la que se aborda el tema de la domesticación. Para ello, expresan la importancia de crear lazos a través de la paciencia junto a las atenciones y los cuidados destinados a ese ser que hace especial el mundo personal. También, elaboraron la relevancia de los rituales que ofrecen felicidad entre los seres que coinciden, desarrollándose los lazos que convierten a extraños en seres cercanos.
La siguiente escena entre El aviador y El principito enfatiza el tema del egoísmo al querer poseer a los amigos. Al amar se corren riesgos de depositar la confianza en los seres erróneos como le ocurrió a El principito que pereció por seguir a la serpiente, tratando de regresar con su flor. El mensaje final de la obra recae en las reflexiones que desarrolla El aviador, quién con la marcada diferencia de edad, reconoció que El principito, siendo tan pequeño en años, era muy sabio ya que demostró a través de los conocimientos demostrados en los viajes fueron lecciones muy poderosas. Entre el balance que pasa al final de la obra destaca el: no sentir vergüenza de uno mismo, trabajar en ser mejor cada día, de hacer lo correcto sin importar que nadie observe porque lo importante son las convicciones. A su vez, resalta que ser ambicioso no es malo, pero presenta la ética que se debe respetar, el tener por tener no es correcto y culmina con la importancia de crear lazos fuertes con los seres que se aman. El valor de la familia resalta de esa reflexión en que El aviador reconoce que debe regresar a visitar a sus padres. La metáfora que sirve de aliciente cuando los seres trascendidos se comparan con estrellas brillantes se hizo presente. Finaliza la obra con El aviador expresando que “debemos ver con el corazón aquello que es invisible ante los ojos” como el parafraseo que Antoine de Saint Exupéry expresó con su “solo con el corazón se puede ver bien; lo esencial es invisible a los ojos” de ese capítulo XXI que tanto ha sido citado de esa obra escrita para niños que transforma la vida de los adultos que comprenden los mensajes importantes que recogen en sus enseñanzas.
Hay que destacar el excelente comportamiento que tuvieron los estudiantes presentes en el teatro en las dos funciones que tuvieron en el día de su estreno. El principito, el musical continuará presentaciones los días 19 y 20 de abril en el Teatro América en el municipio de Vega Baja. Para información y obtener detalles para adquirir los boletos para funciones escolares pueden comunicarse al (787) 219-8602. Definitivamente, la obra debería ser vista para niños y adultos para que puedan utilizar cada escena y reflexionar en los valores esenciales a privilegiar al vivir.